viernes, 22 de agosto de 2014

Capítulo 01. "Que molestia..."


1
—Entonces... —Comencé a hablar con un la voz temblorosa—. ¿No asistiré a un instituto internacional?
—No, por ahora no nos lo podemos permitir, cielo. —dijo mi madre—. Afortunadamente hay un programa extranjero en tu nuevo instituto y se te asignará un tutor del idioma.
—Pero mamá...
—Tenemos que ahorrar todo lo que podamos —intervino mi padre, intentando no perder la paciencia—. Empieza a organizarte las clases y los horarios.
                                                                ***
El fresco aire de la mañana me erizó la piel. Había dormido con la ventana abierta porque el calor por la noche en aquel nuevo lugar era insufrible. De un salto me paré de la cama y presté atención a mí alrededor. Han pasado dos semanas desde que llegamos a Corea del Sur e incluso el aire aún me parecía especial.
—Este no es el cuarto al que estaba acostumbrada —murmuré para mí misma mientras me dirigía a la ventana—. Ni tan poco las vistas a las que estaba acostumbrada.
Bufé y envié mi vista al despertador.
Me había levantado temprano. Apenas estaba amaneciendo fuera. Los nervios no me habían dejado pegar ojo en toda la noche. Quizás porque estaba emprendiendo una nueva vida en un lugar completamente incomparable a mi país o quizás porque hoy era mi primer día en un nuevo instituto y estaba aterrada. Ventajosamente mis padres habían ido ayer al instituto a arreglar cualquier imprevisto que hoy me causara problemas y hoy era oficialmente un día normal para mi allí.
Saqué el pulcro uniforme del armario y me lo puse. Era muy lindo, ayer me moría de ganas de probármelo pero mi madre había negado la petición señalando: "Puede arrugarse."
Ya en el baño me peiné casualmente con una trenza desarreglada a un lado y bajé lentamente las escaleras. No había nadie abajo así que decidí tomar un vaso de agua e irme sin desayunar.
                                                                ***
El camino se me hizo eterno, como podía estar tan lejos aquel lugar. Sinceramente, no estaba viviendo en el mejor barrio y agregarle que estaba lejos de mi instituto lo hacía el doble de malo.
Al llegar a la estación de autobuses me senté en un pequeño espacio que quedaba del largo banco a esperar mi bus, una señora que estaría entrando a la tercera edad me miró de forma cruel y reprensora. Cansada me levanté y le cedí mi puesto, mis pies palpitaban del agotamiento. Escuché unas risas ruidosas acercándose, eran chicos. Me fijé en sus uniformes, gracias a Dios no iban a mi instituto.
—¡Hey, tú, la chica extranjera! —gritó uno de ellos mientras me llamaba agitando una de sus manos hacia mí—. ¡Ven con nosotros!
Decidí ignorarlos y actuar como si no lo oyese. Tan solo eran unos estúpidos más, de esos hay en todo el mundo. Sin moverme ni un centímetro continúe esperando mi bus de pie.
—¿Estás ignorándonos? —No respondí.
Unos pasos se aproximaron ágilmente y sin dirigirle la mirada me mantuve inmóvil. Uno de ellos tomó mi brazo con fuerza y se acercó a mí de forma poco cortés.
—¿Quién te crees que eres? ¿Acaso no te enseñaron a contestar?
Hizo presión en mi brazo y contuve la respiración. Esta situación se sentía irreal, ahora oficialmente odiaba Corea. ¿Acaso nadie va a ayudarme? Intenté zafarme pero me fue inútil, los demás comenzaron a acercarse también y eran alrededor de cinco. Miré a mí alrededor y ya no quedaba ni un alma en la parada, lo que me faltaba, acababa de perder el bus.
—¡Te daremos la bienvenida a nuestra manera! —gritó mientras soltaba mi brazo y tomaba mi muñeca con objetivo de darme más desventaja.
De un momento a otro y de forma repentina una mano se posó en su hombro y con fuerza tiró de este hacia atrás haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas, la mochila consiguió amortiguar el golpe, si no hubiese sido así se habría golpeado la cabeza y habría tenido serios problemas.
Entonces fue cuando me fijé en el protagonista del movimiento.
Era algo alto, 1.76 si me ponía a calcular. Su pelo estaba revuelto pero era atrayente. Observé su rostro, un jodido ángel, esa era su perfecta descripción. Su uniforme era el mismo que él mío pero él lo llevaba de forma descuidada y con unos pendientes pequeños en su oreja que podría jurar que no estaban aprobados en nuestro instituto. Nuestros ojos se encontraron por una milésima de segundo pero cuando él apartó los suyos sin ningún tipo de interés sentí mi moral bajar.
—S-Suga... —pronunció uno de los chicos de antes mientras ayudaba a su amigo a incorporarse del suelo.
—¡Lo sentimos! —gritaron todos a la vez mientras se agachaban formando una reverencia hacía él. ¿Por qué se disculpaban con él y no conmigo? ¿Es una broma de cámara oculta?
Nunca en mi vida había estado tan callada y sorprendida.
¿Quién era ese sujeto?
Que molestia... —pronunció "Suga" con una voz muy grave, ronca y calmada y con una expresión totalmente vacía y seria que conseguía incomodarte a tal grado de mantenerte en un profundo silencio.
Los chicos se alejaron dejándonos solo a nosotros dos en el lugar.
Ya había perdido el primer bus, seguramente él estaba esperando el siguiente y aún era temprano. Se sentó sin decir ni una palabra y ni siquiera dirigirme la mirada.
Abrí el trozo de papel que mi padre me había entregado la noche anterior con la dirección. Después de tomar el autobús... ¿a dónde se supone que debo ir? no sabía el nombre de la calles y tampoco entendía el mapa de la estación.
Está bien, seré valiente por una vez en mi vida y se lo preguntaré a él. Incluso debo buscar el tono perfecto, ¿debería usar algo como voz "niña buena" o "odio vivir"? No creo que eso le importe... La verdad, no parece importarle nada.
—P-Perdona... Y-Yo... Creo que vamos al mismo lugar y —dije en un intento de voz firme pero al darme cuenta de que no llamaba su atención me detuve. Él estaba escuchando música con unos auriculares—. Soy tan estúpida...
El bus se detuvo justo delante de nosotros y ambos reaccionamos caminando hacia él. Él se sentó en los asientos de la parte de atrás para seguir escuchando música e ignorando completamente mi presencia. En el autobús no había casi nadie, solo trabajadores y algún estudiante madrugador como yo. Ocupé un asiento pegado a la ventana un poco más adelante para asegurarme de no mirarlo tanto.
Tomé la decisión de seguirlo, de todas formas, íbamos al mismo lugar.
                                                                ***
Ambos bajamos del autobús y él empezó a caminar a un paso acelerado sin ni siquiera pararse a notar a las personas de su alrededor. Intenté seguirle el paso a una distancia considerada, no quería hacerlo muy evidente, sería incómodo. De un momento a otro hizo un giro imprevisto a un callejón y se introdujo en este. Probablemente solo era un atajo y si no aceleraba el paso lo perdería.
Al girar para entrar al callejón me llevé una sorpresa que podría causar un paro cardíaco a cualquiera. Suga estaba de pie y con las manos en los bolsillos en el inicio de este, esperándome. Por las circunstancias de haber corrido hasta allí casi choco con él, así que estábamos a unos pocos centímetros el uno del otro. Prácticamente podía oler su aroma y rozarlo sin ni siquiera pedirlo. El me miraba fijamente y con una expresión intacta.
—¿Por qué me sigues? —masculló con malestar mientras esperaba mi excusa. Jamás me acostumbraría a su profunda voz.
¿Esperaba que le contestara con esa cercanía y mirándome con esos seductores ojos?
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